30 junio 2006

La Pandilla - La Soledad (Happy) / El Alacrán

Otro grupo que nos marcó de niños fue La Pandilla. Estuve buscando información en internet sobre sus inicios, historia y qué-es-de-su-vida, y me encontré con la página del Fan Club oficial. Allí se cuenta básicamente todo cuanto hay que saber sobre el grupo o los grupos que así se llamaron, pero el relato de sus travesías resulta tan retorcido y complicado que me abstuve de escribir un resumen; así que pinchen mejor aquí el link y escarben ustedes mismos.
Me limitaré entonces a relatar que los integrantes originales fueron Santi, Nieves, Carlos, Javier y Blanca, y que los más exitosos fueron los que ganaron fama con La Soledad (una versión del Happy de The Jacksons Five, cuando Michael Jackson era niño y negro. Parece que fue el tema de la película "Lady Sings the Blues" protagonizada por Diana Ross). También resultaría imperdonable que no incluyera El Alacrán, una pieza sadomasoquista que arma todo un jolgorio con la posibilidad de que un maldito escorpión nos zampe el aguijón. El solista de ambas piezas se llamaba o se llama Rubén y los demás integrantes eran Javier, Blanca, Gaby y Javi.
Van, sin más, esas dos piezas imborrables para nosotros, hispanoparlantes de esa generación que ya vivía y sentía en los años 70:



22 junio 2006

Eddie Castro - El Sol no Brillará

¿Y qué hay de esta otra? Se trata de una metáfora simplona, lo mismo que la melodía y la cara del caballero que la cantaba, un difícilmente recordable Eddie Castro. Se llama El Sol no Brillará, y trata, por supuesto, del gris nubarrón que se nos instala encima cuando esa ingrata nos abandona. Bah, no se preocupen, lectores y usuarios de este blog, ya vendrán otras. Otras canciones mejores que esta, quiero decir. También otras mujeres, pero en ese caso no puedo hacer nada por ustedes.
Sonó mucho esta pieza en los años 70 hispanoamericanos, y dice así:

El Sol no Brillará:

21 junio 2006

The Stampeders - Sweet City Woman

Esta también es brava, hermanos. Su poder evocativo es de esos que aplastan.
Nunca supe ni quiero saber qué dice la letra. Tal vez intuyo, percatándome ahora en la adultez de su simplicidad medio bobalicona, de que se trata de una soberanísima pendejada, como todas las que alimentan la niñez, así después se nos vuelvan grandes y significativas. La recuerdo con cariño, sí, pero sería triste que a esta edad y en este tiempo histórico me diera por andar con esta pieza a todo volumen en el carro. Así que limitémonos a reconocer que esta canción me trae a la pantalla imaginaria que todos desplegamos ante los ojos, en presencia de ciertos estímulos del pasado, algunas atmósferas y episodios imborrables desde mis cinco años de edad.
El grupo que la lanzó a las ondas hertzianas del mundo se llamaba The Stampeders, de lo cual apenas me estoy enterando ahora, mientras busco información sobre la pieza y sus intérpretes. En algo no me falló la intuición de niño: aunque nunca antes de ahora vi a los integrantes de ese grupo yo me los imaginaba así, tal cuales. El tipo de la derecha, por cierto, se parecía a un seudohippie y mariguanero de San Cristóbal que acosaba visualmente a mis hermanas y era evidente que se las quería coger. Incluso a mis cinco años podía yo detectarlo.
Mejor dejémoslo de ese tamaño y escuchemos la canción, antes que la memoria me obligue a tenerles una rabia que no se merecen:

15 junio 2006

Los Tres Tristes Tigres - Amarra una Cinta // Los Kings - Oh, Mariana

Hay un problema con esta canción de Los Tres Tristes Tigres: se llama Amarra una Cinta Amarilla, pero en los versos dice una y otra vez Amarra al árbol una cinta carmesí... Es decir, a menos que uno sea daltónico le será imposible cumplir con la petición del cantante.
Con la otra canción, titulada Oh, Mariana, de Los Kings, no hay problemas de esa índole, salvo que la súbita intervención del coro femenino (justo a los 43 segundos de comenzada la pieza) suena como una discusión entre vecinas en mitad de la misa de cinco. Nada grave. Las discusiones entre vecinas por lo general son más divertidas que las misas de cinco y las de cualquier hora.
Vaya, escuchen estas dos joyas del rock venezolano tardío (mitad de los años 70).

Amarra una cinta:


Oh, Mariana:

12 junio 2006

Domenico Modugno - La Distancia es como el Viento / Bonus track: Roberto Carlos

Definitivamente, Palito Ortega es una rata. Hace varias semanas subí y comenté aquí su célebre canción, titulada Prometimos no llorar. Para él fue fácil cumplir esa promesa. Horrendo es suponer en qué estado quedó el sistema nervioso de la pobre mujer a quien estaba despachando en mitad de un café, obligándola bajo amenaza a reprimir su llanto, y a no decirle que lo quería. Horroroso. Inhumano. Ingominioso. Brutal. Casi Bush.
En cambio, unos pocos años antes la noble Italia nos envió a un caballero formidable, que además de buena voz y un estilo demoledor tenía buenos sentimientos. Aparte de aquella que lo catapultó a la fama (un bodrio inchupable llamado Volare) la canción de Domenico Modugno que más caló entre nosotros es La Distancia es Como el Viento. Es virtualmente imposible que usted no la recuerde.
La pieza comienza con la misma estructura que aquella del Palito (de allí que la haya traído por los pelos): anunciándole a una dama que es preciso separarse. Sólo que mientras el argentino se dedica largamente a lacerar a su enamorada, Domenico hace un ejercicio de alta filosofía acerca de la distancia, las candelas pequeñas y los grandes incendios de la vida. Aunque quedan sus sospechas: el hombre se asusta al escuchar una sirena policial y allí comienza a decirle a su hembra que ese sonido le deja feas sensaciones. Como decía Alí Primera: El que ha sido marinero cuando ve la mar suspira. O la copla llanera: El que lo picó macagua, bejuco le para el pelo. Nadie se ha detenido a indagar en los antecedentes policiales del Modugno, pero hay que decirlo: ese hombre quería a su novia.
Pudiera decirse que toda esa perorata tenía por objeto hacerle más fácil la separación a la tipa y luego dejarla definitivamente, pero los gritos desgarradores (¡Chao! ¡Te amo!) que el cantante le suelta a la mujer en los últimos 30 segundos de la canción no dejan lugar a dudas. El tipo la quiere. Es convincente. Es un monumento a la pasión. Y créanlo: este intento de relajar la historia y de buscarle el flanco risible quizá tenga que ver con que, mientras la escucho, me baja cierto animal en la garganta. En serio. Sobre todo en esos segundos finales, la canción duele.
Como regalo extra a los usuarios de este blog, les pongo aquí una de Roberto Carlos que también habla de distancia y que también puede llegar a tener propiedades lacrimógenas.
En la gráfica, Domenico Modugno en el Festival de San Remo (1958), evento y cantante que marcan un hito: el nacimiento de la balada como género de masas.


La distancia es como el viento:



La distancia (Roberto Carlos):

09 junio 2006

Renny y René - Lo Mucho que te Quiero

René y Renny. René y René. Renny & René. Rene y Rene. De tantas formas llamaron a estos amigos que, quizá sintiéndose un poco culpables por el enredo, decidieron simplificar al máximo el título de su canción más famosa. Se llama Lo Mucho que te Quiero. Sin embargo, en algo tenían que complejizar el asunto y a mitad de la pieza la tradujeron al inglés, con la muy obvia intención de conquistar el público anglosajón. ¿Lo lograrían?
Con todo y ese innecesario detalle de su carácter bilingüe, muy descuidada tendría que ser una damisela para no entender de qué se trata la canción. Y muy estúpida tiene que ser una mujer para permitir que la llamen damisela.
Vaya, escuchen esta, que es de las que no se olvidan, nos guste o no.

Lo mucho que te quiero:

08 junio 2006

Complaciendo peticiones (IV)

  • Anhelante
  • ¿No notas que estoy temblando?
Por pura casualidad, dos de las canciones que han solicitado ustedes, usuarios y visitantes de este blog, tienen títulos afines. La primera es de Gualberto Ibarreto y la tenía aquí guardada, dejando que pasaran unos días después de la aparición de Gualberto en post previo. La otra es de una mujer muy dulce y hermosa, una estrella fugaz que cruzó por nuestras radios entre 1982 y 1984: Marlene. No la tenía en mis archivos, así que pedí ayuda públicamente. El negro Artigas me respondió, pero un día antes lo había hecho también alguien que firma con el inquietante nombre de Osssie Ozzbourne. Gracias a ambos.

Van las canciones:

Anhelante:


¿No notas que estoy temblando?:

05 junio 2006

Perucho Conde - La Cotorra Criolla

Esta pieza es otro aporte cortesía de José Luis Artigas. Ya le recomendé al compa que hiciera su propio blog. El arsenal de este pana es respetable.
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En 1977 el grupo neoyorkino Sugar Hill Gang tuvo la gloria de haber lanzado al mercado el primer producto comercial de un género underground llamado rap. El disco que grabaron era una larga retahíla de 18 minutos, declamada en contagioso y frenético tempo por tres raperos del Bronx. Rappers Delight, se llamó aquella pieza, que resultaba inentendible en inglés "civilizado" y por supuesto también en castellano. En Venezuela, adonde la pieza llegó en 1978, la rebautizaron como La Cotorra, que es como llamamos en este país a ciertas charlas largas y cantinfléricas. Un año más tarde, el ingenio de un querido humorista del patio llamado Perucho Conde nos obsequió una versión hablada en caraqueño y con un ritmo parecido al de los raperos del Bronx. Se llama La Cotorra Criolla.

La gracia se convirtió en el primer rap grabado en español, y se trata de una auténtica crónica de denuncia social, hilarante por el lenguaje y por el tono. Quien declama es el típico campesino que vive en la urbe y su situación es la de millones de marginados que trabajan en el otro extremo de la ciudad (la cosa ocurre en una Caracas donde aún no había metro o transporte subterráneo, y para trasladarse de un lugar a otro había que soportar un infierno automotor). Quienes vivimos en Venezuela en ese tiempo somos testigos de algunas hazañas de lo que fue concebido apenas como una parodia. Por ejemplo, el haber "pegado" en el habla popular al menos una expresión: "Te lo juro, pana; te lo juro, pana". Y otra: "Cómo la ves, cómo la ves...". La otra hazaña es el habernos dejado en el inconsciente una letra que es fácil de recordar cojn un pequeño esfuerzo, pese a los 27 años transcurridos desde su entrada a la lista de las más escuchadas:

Me gusta La Cotorra y aquí estoy pues
con mi cotorra criolla que no habla inglés.
Vivo en Caricuao, trabajo en El Marqués
y llevo leña en esta vida al derecho y al revés.
Le debo al italiano, al portugués
al turco, al zapatero y a Doña Inés
y del apartamento en la UD-3
me botan pa la calle si no pago en este mes.
¿Cómo la ves? ¿Cómo la ves?

Tengo que levantarme de madrugada

y meterme en esa cola requetecondenada.
Veo a toda la gente enfurruñada
con sueño todavía y mal desayunada...

Vaya, esto es historia:

Lupe y Polo - Dos Pasajes

La música norteña es para almas demasiado sensibles y demasiado recias. Por eso Lupe y Polo se impusieron rápidamente en los botiquines, cantinas, pulquerías o como quiera que se les llame en nuestros países: sólo quien ha descendido hasta los cielos de nuestro pueblo más llano puede entender de qué se trata la adoración de esta música no apta para gente refinada y niños bobos.
Así que si usted no sabe lo que es el despecho y el dolor, si usted no ha estado en la cárcel aunque sea de visita, si no ha debido pernoctar en un hospital de mierda de nuestros pueblos y urbes latinoamericanas; si usted no ha participado en una pelea a cuchillo o no ha visto de cerca el horrible desenlace con un hombre chapoteando en su propia sangre; si usted no se ha metido una borrachera dantesca, de esas que lo ponen a uno a vomitar largo y relampagueante hasta quedar volteado como una media, con las vísceras afuera y la piel adentro; si usted no sabe lo que es sorprender a su pareja en pleno acto de traición; si usted nunca comió tripas de algún animal imprecisable en el mercado de Maicao (frontera colombo-venezolana), en el de San Félix (Bolívar) o al menos en el de Las Pulgas (Maracaibo), o tan siquiera en el terminal de pasajeros de San Cristóbal; es decir, si usted no sabe qué cosa es pasarse días y años enteros allí donde concluye la gente más noble con la más criminal, entonces ni siquiera escuche a estos señores pioneros del sonido norteño a la antigua, porque va a pasarla muy mal.

Así se canta:

01 junio 2006

Eliana Pittman - Esse Mar é Meu (corregida)

(La habíamos subido hace un par de horas pero estaba defectuosa; ya pueden escucharla).
Hace exactamente seis meses y un día incluimos en este espacio la versión que grabó la venezolana Nancy Ramos de la canción Esse mar é meu. La titularon, obviamente, Ese Mar es Mío para el público hispanoparlante, y aunque fue la más conocida entre nosotros yo cargaba encima desde muy niño las ganas, más bien la necesidad, de escuchar de nuevo a la mulata arrulladora que gabó la original: Eliana Pittman. Sin desmerecer en lo absoluto a Nancy, esta sambita interpretada en el dulce susurro que es el idioma brasileño es infinitamente superior. Tal vez sea por ello que el JRD niño la añoró tanto, incluso cuando se hizo adulto.
Muchos años estuve de discotienda en discotienda, escarbando en Internet, importunando a los panas melómanos a ver si me la conseguían en sus baúles, en sus sótanos del coñísimo. Pero vino a ser un hermano usuario de este blog, a quien no conozco en persona, quien realizó la búsqueda definitiva, y me la envió esta mañana vía email. Así que démosle las gracias a ese compa invisible, José Luis Artigas, autor de la hazaña arqueológica, y escuchemos este tesoro brasileño de los 70:

Esse Mar é Meu:

31 mayo 2006

Hammond, Katunga y Arelys

Hay cosas que no me gustan del todo o no me gustan nada en lo absoluto, y sin embargo las hago, generalmente por obligación, por la fuerza de los hechos. Por ejemplo, eso de dejar este blog tantos días sin actualizar (sin alimentar, suena más dramático). O también sentarme a escuchar ciertas canciones muy cursis o muy aburridas que aumentaban mi desazón cuando niño (y a ustedes también, estoy seguro). Por ejemplo, las que incluyo acá abajo para tratar de exorcizar los demonios del primer ejemplo:


  • Échenme a mí la culpa (Albert Hammond)
  • Mira para arriba (Katunga)
  • Te voy a enseñar a querer (Arelys)


De la primera me molesta el apendejeamiento que destila el cantante (la evidencia la tienen allí, en la foto de arriba), pero le reconozco el mérito de haber esculpido en nuestros adentros el insípido estribillo: Que allá en el otro mundo / en vez de infierno encuentres gloria / y que una nube de tu memoria me borre a mí. Petición fallida, pues no se borró de la nuestra.
De la segunda me acatarra los cojones el sonido chillón del teclado acústico con que el grupo se propone atormentarnos (con incuestionable éxito) y de la tercera me molesta todo.
Pero escúchenlas, por favor. Lo más probable es que a la mayoría de ustedes les gusten o al menos los hagan recordar, que es la secreta intención de este blog.


Échenme a mí la culpa:

Mira para arriba:


Te voy a enseñar a querer:

19 mayo 2006

Ricardo Cocciante - Bella sin Alma

Es horrendo el trance de decirle unas palabras de despedida a la pareja con quien uno acaba de romper. Quien ha pasado por eso debe saber que, cuando tal momento llega, es imposible mantener el aplomo, a menos que uno sea un cínico de mierda como Palito Ortega (a quien vimos en acción en este blog despachando a su novia y además obligándola a no llorar, a no decirle más que lo quería y a tomarse rápido el café). El cantante italiano Ricardo Cocciante se vio una vez en esa situación. La historia de la balada nos ha legado un registro del comportamiento de ese señor, en una canción que se titula Bella sin Alma.
El amigo comienza bien el encuentro, al punto de iniciar el parlamento con un dejo de amabilidad:

Y ahora siéntate
allí de frente a mí,
escúchame muy bien
y sin interrumpir.
Hace ya tiempo que
quería decírtelo:
tratar de convivir
inutil resultó...

Hasta ese momento, y durante varios segundos más, el hombre luce muy discreto, caballeroso, casi profesional. Estoy seguro de que nadie jamás ha contabilizado, cronómetro en mano, cuánto le dura a Cocciante la entereza. Humildemente, quiero informarles que yo sí lo hice: tarda un minuto 53 segundos en descomponerse. Justo cuando le dice a la mujer: Que pase el próximo / le dejo mi lugar, al tipo le entra un enfogonamiento brutísimo y entonces comienza a alterársele la voz:

Pobre del que vendrá
qué pena me da
cuando en el cuarto él
te pida siempre más
nada te costará...

Es fácil imaginarse a aquella mujer petrificada, mientras el italiano se la descarga bello, y al final, cuando ya se ha desahogado con insultos más o menos fuertes, entonces en lugar de meterle el patadón por el trasero que todos temíamos le suelta la orden terminante, que con el tiempo se convirtió en el único pasaje de la canción que a nadie se le olvida desde los años 70: Ahora desnúdate / sabes hacerlo bien...
Muy infame.

Hora de escucharla otra vez:

Bella Sin Alma:

18 mayo 2006

Gualberto Ibarreto - La Bikina

La Bikina es, de las que integran el repertorio latinoamericano, una de las canciones que destilan más nostalgia. Vaya poder evocativo el que tiene esta joya, hermanos.
En mi infancia y buena parte de mi juventud, ignorante (más que ahora) de los entresijos de la música y sus hacedores, gustaba de ufanarme secretamente con el hecho de que esa pieza fuera venezolana. Fue una sorpresa enterarme de que la original es mexicana (Rubén Fuentes, su autor), y que con mariachis suena también sabroso. Sin embargo, me van a perdonar los compas mexicanos, pero la versión que sigue dándome en la madre es la de Gualberto Ibarreto, en ritmo de pasaje margariteño y con cuatro y mandolina.
Probablemente mucha gente fuera de Venezuela no la conozca, ni conozca a este excelso cantante, de quien colocaré luego otras interpretaciones. Sirva entonces la ocasión para que los conozcan a ambos (a la versión y al intérprete):

Gualberto Ibarreto - La Bikina:

17 mayo 2006

Corregido: Love's Theme

La pieza cuasi-sinfónica de Barry White que anuncié en el post anterior no sonaba al pulsar play. Ya está corregido el desperfecto.
Mis excusas a todos.

16 mayo 2006

Barry White & Love Unlimited Orchestra - Love's Theme

La sola mención de Carlos Santana hace dos o tres días removió cosas de esas que vienen en estuche instrumental, es decir, sin palabras. Es casi seguro que en breve ustedes vendrán a solicitar otras canciones en las que resuena la voz bufalina de Barry White, pero de momento, aplicado a las malas artes del egoísmo (como suele sucederme al escoger las piezas de esta selección personal) sólo quiero registrar de ese caballero aquel instrumental que me perturbaba sin saber exactamente por qué.
La titularon, sin escatimar ni un miligramo de cursilería y yendo directo al grano, Tema de Amor (Love's Theme), y es una sinfonía facilona, apta para que los pobres ignorantes como yo les digamos a los panas ligeramente más ignorantes: "Hermano, esto es música clásica. Oye qué arrecho suena".
Y arrecho suena, de verdad. Pero clásico, lo que se llama clásico, honestamente creo que...

A ver: