Irakere.
Cuando mis panas melómanos y comunistas me decían que Irakere era la más alta expresión de la música caribeña yo les respondía con sorna: "Okey hermano, a mí también me entusiasma la Revolución cubana, pero no es para tanto. Un poquito más de respeto para la orquesta de Palmieri, la de Barretto, la Fania All Stars sin ir más lejos". Hasta que uno de ellos me llegó a la casa con un long play debajo del brazo, con ese aire sobrado que tienen los jugadores de poker que tienen una combinación fulminante, y me invitó: "Escucha esto, perro".
La cosa que me puso a escuchar es un escándalo armado por un trabuco monumental en el que descollaban los nombres de Chucho Valdés, Arturo Sandoval, Paquito D'Rivera, Enrique Plá y Oscar Valdés. Era 1982; al Arturo lo había ungido poco antes el inmortal Dizzie Gillespie, al regalarle su extraña trompeta doblada y comentar en evento público que él, Sandoval, era el mejor trompetista que había escuchado en su vida. No más escuchar los agudos de éste y los arreglos del Chucho y tuve que darle la razón al hermano. Que tal vez no haya tenido razón, pero al que todavía hoy le agradezco la cátedra: gracias, mi pana Goyo Guzmán (1964-1988), por mostrarme esta pequeña joya de la música de todos los tiempos.
Dile a Catalina:
Cuando mis panas melómanos y comunistas me decían que Irakere era la más alta expresión de la música caribeña yo les respondía con sorna: "Okey hermano, a mí también me entusiasma la Revolución cubana, pero no es para tanto. Un poquito más de respeto para la orquesta de Palmieri, la de Barretto, la Fania All Stars sin ir más lejos". Hasta que uno de ellos me llegó a la casa con un long play debajo del brazo, con ese aire sobrado que tienen los jugadores de poker que tienen una combinación fulminante, y me invitó: "Escucha esto, perro".
La cosa que me puso a escuchar es un escándalo armado por un trabuco monumental en el que descollaban los nombres de Chucho Valdés, Arturo Sandoval, Paquito D'Rivera, Enrique Plá y Oscar Valdés. Era 1982; al Arturo lo había ungido poco antes el inmortal Dizzie Gillespie, al regalarle su extraña trompeta doblada y comentar en evento público que él, Sandoval, era el mejor trompetista que había escuchado en su vida. No más escuchar los agudos de éste y los arreglos del Chucho y tuve que darle la razón al hermano. Que tal vez no haya tenido razón, pero al que todavía hoy le agradezco la cátedra: gracias, mi pana Goyo Guzmán (1964-1988), por mostrarme esta pequeña joya de la música de todos los tiempos.
Dile a Catalina: