30 enero 2006

Edgar Alexander & Azúcar, Cacao y Leche - Vamos Cantándole al Mundo / La Guitarra

Edgar Alexander / Azúcar, cacao y leche.
El incipiente rock venezolano (o hecho en Venezuela) parecía más bien balada, sólo que sus intérpretes y seguidores eran hippies por todo el cañón; cumplido ese requisito, ya el género cuadró dentro de los cánones rockeros. Consistía aquel "género" en fusilarse vilmente, o más bien versionar, los éxitos de grupos más sonoros de grupos anglosajones. Así, nos cansamos de recalentar y volver a cocinar a Los Beatles, a Los Rolling Stones, a muchos más. Con todo, hubo material venezolano de exportación en aquellos finales de los 60 y principios de los 70.
En mitad de ese panorama, un joven caballero decidió ponerle seriedad al asunto y plenó las emisoras y discotecas con sus propias letras y melodías. Edgar Alexander salió al ruedo sin ningún fusil; una guitarra y una lírica sencilla y honesta le bastaron para verse "sobrado" en el lote de quienes no se dedicaron a componer sino tan sólo a versionar. Acá traigo dos de Edgar Alexander; una, con Azúcar, Cacao y Leche, titulada Vamos Cantándole al Mundo, una especie de himno fácil utilizable igualmente por grupos religiosos y por adoradores del porro y los hongos alucinógenos.
Escuchen (y recuerden, si son latinoamericanos) este par de bellezas:

Vamos Cantándole al Mundo:

La Guitarra

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26 enero 2006

Mirla Castellanos - La Noche de Chicago

Mirla Castellanos.
La llamaban (o queda quien la llame, según parece) La Primerísima. Era (o es: uno nunca sabe) esa clase de divas que suben al escenario cubiertas de lentejuelas, espejos, oropeles, litros de laca en el cabello y una portentosa actitud a lo Libertad Lamarque.
El ritual tenía su misterio. Los primeros acordes sonaban, el escenario quedaba en penumbras, el público tragaba grueso. De pronto, cual explosión de esas que los gringos llamarían like a Big Bang, se encendían seis u ocho reflectores o luminarias, la cantante aparecía en el centro de las tablas y más te valía, espectador, que no padecieras de glaucoma o de migrañas, porque aquel espectáculo te iba a hacer pasarla muy mal. Nadie podía precisar exactamente si lo que obligaba a cerrar los ojos era aquella algarabía de luces giratorias o la voz aguda que iba directo al grano (y al tímpano) a contar su historia:

Una noche de verano
cuando la ciudad murió
me contaron que fue en vano
lo que el hampa resistió...


Mirla Castellanos fue otro de esos inconmovibles íconos del espectáculo (o, como dicen los preintelectuales: el kish, kitch o kitsch, según quien la pronuncie) que poblaron el olimpo televisivo y radial en nuestros años 70 y parte de los 80. Sólo Lila Morillo, Nancy Ramos y alguna que otra diosa del momento se le igualaban en eso de intentar convertir una situación cursi en un cuadro sublime, sin lograrlo casi nunca.
Vaya, Mirla, que te recordamos con cariño:

25 enero 2006

Hugo Blanco - María Morena

Hugo Blanco.
No sé si somos de memoria corta, malagradecidos o malinformados. El caso es que mucha gente de las nuevas generaciones de venezolanos, y también (increíblemente) alguna de las no tan nuevas, todavía cree que María Morena, esa canción mitad alegre, mitad triste y la otra mitad sabrosa, es un merengue de Wilfrido Vargas. Es inevitable, claro, que si recientemente se escuchó en todo el mundo en la voz de Ruby Pérez, haya en otros países quienes crean que la cosa nació allá en República Dominicana. Pero caramba, ¿quién no escuchó en Venezuela, a mediados de los 70, esa tronco de versión original interpretada por su autor, el maestro Hugo Blanco?
Escúchenla y recuérdenla. Pero, por favor, esta vez no se les olvide:

María Morena:

19 enero 2006

Sonero Clásico del Caribe - Carmelina / Sobre una Tumba Una Rumba

Sonero Clásico del Caribe.
Se nos fue José Rosario, el excelso sonero, voz inconfundible e inseparable de una institución de la música llamada Sonero Clásico del Caribe. Su muerte ocurrió hace unas horas, según leo en sencilla reseña publicada en Aporrea.org. A finales de los 70, el conjunto y su solista dejaron estupefacto al país mostrándole cuán vivo estaba un género al que sólo unos pocos iniciados le seguían fielmente los pasos en Venezuela: el son cubano, con su cadencia y parafernalia originales, se escuchaba añejo pero sabroso (como ocurre con el sabor de los buenos rones) en los instrumentos del legendario "Pan con Queso" Landaeta, nuestro célebre hacedor de instrumentos.
Siempre hay alguien que dice las cosas mejor que uno, así que copio lo que dice Lil Rodríguez del querido José Rosario Soto: "Nacido el 7 de octubre de 1920, tenía 85 años al momento de su fallecimiento. José Rosario, albañil de profesión, siempre estuvo vinculado a la musica nocturna de Caracas. Era un serenatero nato. Participó en varias agrupaciones pero su popularidad comenzó cuando ya contaba con 57 años gracias a un grupo de músicos llamado Los Pures, de los que formó parte, siendo esa agrupación el embrión de donde nacería el Sonero Clásico del Caribe. Temas como Carmelina y Sobre una Tumba una Rumba permanecerán en el recuerdo de los venezolanos que tanto cantaron y bailaron al conjuro de la voz del nacido en la parroquia San Juan de Caracas".
En la fotografía, José Rosario es el caballero que está abajo, a la izquierda. A sus espaldas, el también fallecido "Pan con Queso".

Va entonces mi pequeño tributo personal al humilde pero inmenso cantador, en las canciones a las que Lil les otorga, con justicia, categoría de permanentes e inolvidables. Descanse en paz, viejo sonero, pero antes cántenos las que usted ya sabe:

Carmelina:


Sobre una Tumba una Rumba:

18 enero 2006

La Fórmula V - Eva María // Los Diablos - Un Rayo de Sol

La Fórmula Diablos.
No sabría decir exactamente por qué, pero cuando era niño, y todavía hoy, he relacionado el nombre y la noción de España con el frío. Pese a la figura ecuménica que nos han inculcado del señor Alonso Quijano, España es un lugar donde hay nieve y la gente anda muy abrigada. Si hubiera sido mayor mi poder de asociación o de fijar mejor mi atención en ciertas cosas cotidianas muy poderosas, seguramente hubiese derrotado esa imagen hace tiempo. Por ejemplo, tenía que generarme inquietud el hecho de que ciertos grupos españoles hablaran del mar o de la playa con familiaridad casi caribeña. Por ejemplo, los dos que pegaron estas canciones que incluyo ahora, Un Rayo de Sol y Eva María.
La primera fue el hit más notable de Los Diablos, que se sepa, y la segunda es la que mejor me hace volver a mi año de residencia en El Roble, un barrio de Carora cuyos solazos y su miseria no se compadecían en modo alguno con la alegría festiva que destilaba la pieza de la mentada Fórmula V:

Eva María se fue buscando el sol en la playa
con su maleta de piel y su bikini de rayas...
Apartando el hecho de que resulta absurdo imaginarse a nadie marchándose a la playa con una maleta de piel, sucedía que lo que en Carora entendemos por sol y por playa no se corresponde para nada con el jueguito bucólico que sugiere la canción: una playa caroreña es un peladero de chivos poblado por lagartijas y espejismos, y el sol es el sol (esa cosa que quema y aturde allá en el cielo), y no un elemento celestial que merezca alabanzas o canciones. La Fórmula V arrasó además con Vacaciones de Verano, otra canción que, sin necesidad de profundizar mucho en el tema de las estaciones y los fenómenos climatológicos, fue escuchada y tarareada masivamente en todos lados.
En cuanto a Un Rayo de Sol no hay mayor cosa que decir. Sólo que en ese entonces, a mis seis años de edad, me dejaba embelesar por la melodía sin hacerle mucho caso a la letra (como todo el mundo), que comienza y termina así: Chalalalalá: oh-oh-oh. Qué le vamos a hacer. Hay instrumentales muy hermosos, y éstos tampoco dicen nada con palabras.
No sé en qué momento ambos grupos se juntaron y andan por allí haciendo giras con el nombre de La Fórmula Diablos. Por ese motivo los he colocado juntos aquí también.
Escúchenlos:

Eva María:


Un Rayo de Sol:

16 enero 2006

Los Mitos - Es Muy Fácil

Los Mitos.
Basta escuchar sus voces para llegar a una conclusión de perogrullo: les quedaba mejor el nombre con que empezaron a cantar en público. Se hacían llamar Los Famélicos.
Salieron de Bilbao y, según narran sus biografías disponibles, no tuvieron otro éxito como aquella pieza sencilla, sencillísima hasta rozar lo pueril, cuyo nombre es al mismo tiempo su mejor definición: Es Muy Fácil. Sin embargo, debo señalar que no fue sino hasta la llegada de la tecnología actual (los CD y toda esta parafernalia) cuando logré descifrar correctamente el estribillo. Cuando niños, yo y mis hermanas lo tarareábamos más o menos así: Tiqui tiqui tiqui. Pero la magia, la limpieza del sonido digital me ha revelado que la cosa dice en realidad:

Pipi pipi pipi
Pipi pipi pipi...

Si tienen audífonos o buenas cornetas (o en su defecto buena memoria) fíjense en los sonidos humanos que se adivinan mientras suenan los primeros acordes: son las voces de unos muchachos mientras hacen alguna travesura, probablemente metiéndose el gran porro o vacilándose unos lengüetazos de papel impregnado de LSD. ¿Se acuerdan?
Precursora de un género que bien pudiera llamarse Música de autoayuda, el resto de la letra consta de dos o tres consejos que podían provenir de cualquier padre lo suficientemente sabio o lo suficientemente irresponsable:

Qué más da
en la vida algún fracaso
si al final
no le hacemos en ningún caso...

Y el coro, con su respectivo eco:

Es muy fácil
(es muy fácil)
Si lo piensas
(si lo piensas)
Es muy fácil
(es muy fácil)
Si lo intentas

(si lo intentas)...
Van las gracias y el homenaje a los ex-Famélicos, luego rebautizados y lanzados a la inmortalidad con el nombre de Los Mitos, porque esta canción es de las que traen recuerdos:
Es Muy Fácil:

11 enero 2006

Jeanette - Soy Rebelde

Jeanette.
Ella decía que era rebelde porque el mundo la había hecho así. A juzgar por lo que expresaban su semblante y su voz, el mayor acto de rebeldía de esta muchacha debía consistir en una mitomanía más o menos cándida y más o menos inofensiva: todos los países de habla hispana la oyeron repetir que era rebelde pero (caramba) es muy, pero muy difícil asociar su imagen con la de una chica rebelde de verdad verdad. A menos, claro, que fuera de los escenarios y de la radio esta joven sufriera una drástica transformación, y entonces...
Acabo de leer en la red de que Jeanette nació en Londres, que su canción emblemática, Soy Rebelde, la cantó además en frances, en italiano, en inglés y en japonés, y que ella aprendió a cantar en sucesivos picnics. Ajá. Ya estamos entendiendo.
El caso es que la canción fue un éxito a pesar de su empalagosa lentitud, a pesar de sus resonancias monjiles.
Sonaba así Jeanette:

Mientras vuelvo a subirles la canción (cosa que haré en breve, lo prometo) pueden disfrutar el video:


07 enero 2006

Roberto Carlos - Un Gato en la Oscuridad

Roberto Carlos.
Debe haber algo de cierto en eso de que las melodías, la música pura, transmite más emociones que la palabra. Tempranito en los 70, Roberto Carlos le produjo depresiones y sentimientos de culpa a todo el mundo con una joya, una de esas creaciones inolvidables: Un Gato en la Oscuridad. Una canción hermosísima, sin duda. Sólo que, escuchada ahora, a 30 años y un poco más de distancia, y superado por la fuerza el tremendo magnetismo que ejerce en nosotros la nostalgia, es difícil (al menos ateniéndose a lo que dice la letra) precisar qué cosa era lo que le arrancaba lágrimas a la gente, por qué tanta tristeza, a cuenta de qué semejante postración apenas sonaban los primeros acordes.
No hay que culpar a quien opine que lo más elogioso que puede decirse de Un Gato en la Oscuridad es que se trata de una de las primeras canciones surrealistas de nuestra pequeña historia cotidiana. Suponemos que el original fue escrito en portugués, pero seguro es que nadie, ni siquiera el peor traductor, pudo haberse equivocado de manera tan rotunda como para convertir una idea coherente en esto:

Las cosas decían que eras mía
y un gato me hacía compañía
desde que me dejaste
yo no sé
por qué
la ventana es más grande sin tu amor...

Y en esto otro:

Si amar es errado, culpa mía
te amé
en el fondo
¿qué es la vida?
No lo sé...

Y ya: muy aplastante tiene que ser lo que transmite la música, para que lo obligue a uno a sentirse triste en presencia de un soliloquio que no tiene ningún sentido, al menos antes de la cuarta botella de aguardiente.
Con todo, Roberto Carlos pertenece al patrimonio afectivo de América y de la humanidad. Con todo y su extraño gato que no cumple ninguna función, ni pragmática ni simbólica, en esta extraña y formidable pieza musical, pero aun así ocupa lugar protagónico en el título.
Escuchen y recuerden:
Un Gato en la Oscuridad:

05 enero 2006

Leonardo Favio - O Quizás Simplemente le Regale una Rosa / Quiero Aprender de Memoria / Ella... Ella ya me olvidó

Leonardo Favio.
El hombre ahora es cineasta y anda por el mundo con tremendo pañuelo amarrado a la cabeza; significa que su trabajo artístico actual es conocido por un círculo más o menos reducido de consumidores de cultura (lo decimos por lo del cine, no por lo del pañuelo).
Lo anterior viene a ser curiosidad tan sólo por un detalle: hace 30 años y un poco más la voz de este caballero viajaba hacia las multitudes y fluía entre ellas fomentando desamores y seducciones, a base de unas extrañas letras que, según los detractores del cantante, se las componía su señora madre. En lo personal, muchos días de mi niñez transcurrieron en el estruendo del Long Play que la doña que me crió colocaba, vuelta y vuelta, a lo largo de aquellos días: Ding Dong, Ella... ella ya me olvidó, Ani, La soledad, Ni el Clavel ni la Rosa...
Por la viril rotundidad de su voz, y también por la honestidad de su poesía, Leonardo Favio representaba una importante figura paterna en una sociedad que también, a ratos, se dejaba seducir por un compatriota suyo, que se hacía llamar Sandro a secas (de él nos ocuparemos pronto en este espacio). Sin necesidad de mostrarse abiertamente groseras o estrambóticas, resultaban todo un desafío en esa época ciertas letras no aptas para seguidores del Opus Dei:
Quiero partir con mi canto
tu cuerpo de niña y hundirme a vivir
Nada me importa la gente
que opina y se ve que no me ha de entender
Aquí van entonces tres de las inmortales de Leonardo Favio. Más adelante incluiré otras, pero de momento escuchen (o vuelvan a escuchar) esta muestra, que seguramente usted también carga por allí en alguna gaveta de su memoria:
O Quizás Simplemente le Regale una Rosa:


Quiero Aprender de Memoria:


Ella... Ella ya me olvidó:

04 enero 2006

Sexteto Juventud - Caramelo 'e Chocolate

Sexteto Juventud.
Un día de 1994 me avisaron que en la cancha del bloque 18 del 23 de Enero, allí a pocos metros de mi casa, iba a presentarse el Sexteto Juventud. Una gracia más de la gente de la Coordinadora Simón Bolívar, que suele sorprender a la gente de la parroquia con sus invitados estelares, con sus humildes actividades que de pronto se convierten en conciertos para la historia. Así que esa noche invité a mi hermana mayor, Morella, y juntos fuimos para allá a presenciar la cosa. Grata sorpresa: ahí estaba ya Carlos Quintana, "Tabaco". Juan nos presentó al viejo, y al rato se montó en esa tarima a sonear.
Dos cosas inolvidables tuvo para mí ese toque. Una, que a mitad de su presentación el inolvidable cantante se dirigió al público más o menos con estas palabras: "Bueno señores, yo sé que ustedes vinieron aquí fue a escuchar salsa, a vacilarse el son sabroso del Sexteto. Pero les pido que me disculpen un momento, porque hay una pieza que yo pegué hace un montón de años, y que a los salseros no les gusta mucho. Yo siempre la canto cada vez que me presento, porque le tengo mucho cariño. Esa canción me dio de comer muchos años, y también me dio a conocer en todas partes. Entonces me disculpan ustedes, pero yo tengo que cantarla aquí".
Acto seguido comenzó a sonar el Sexteto Juventud en ritmo de bugalú, y el Tabaco nos metió en el túnel del tiempo y nos arrancó la ovación de la noche con esta canción:



El hombre canto también esa pieza que los presos convirtieron en su himno, La Cárcel (Cuando se desea / la bonita libertad...), y otras que pegó luego con Tabaco y sus Metales.
Carlos Quintana murió pocos meses después de ese toque (mayo de 1995), cuya segunda cosa inolvidable es una que seguramente Morella tampoco olvidará jamás: Tabaco no le quitó los ojos de encima ni un instante, mientras cantaba.

03 enero 2006

Santabárbara - Charly

Santabárbara.
De la historia de estos compas sé más bien poco: que son catalanes, que formaban un trío integrado por Mario Balaguer en la guitarra, Enrique Millán en el bajo y Alberto López en la batería; que en 1973 pegaron en todas partes una dulce canción, y que esa canción la compuso José María Iñigo (*).
Parece que el grupo sobrevivió hasta 1980 y que, además de ese logro del 73, tuvieron otros no tan felices. Juro que escuché a más de uno cantar esa canción a todo grito con alguna lágrima en los ojos. Poco importaba que el objeto e inspiración de la pieza no fuera un niño o una mujer, como podía sospechar el oyente distraído, sino una maldita paloma que tiritaba y lloraba de hambre con sus chillidos sordos (¡horror!) justo en la calle, donde el autor la encontró tendida. Este, muy altruista y caritativo sin duda, no es sin embargo precisamente desinteresado: de su espantoso ataque de inmodestia, en el cual le echa en cara a la pobre paloma a quién le debe la vida, extrae el estribillo que se nos ha quedado grabado en la memoria afectiva a muchos seres humanos de habla hispana:

Tuviste suerte
al cruzarte en mi camino
yo te salvé de tu destino
oh, Charly...

Vaya. Después de eso lo más probable es que le haya anotado el número de su cuenta bancaria.
Quien posea más información respecto al Santabárbara (que así se llamaba el grupo que consiguió empaparnos la niñez con esta sencilla historia de un ave descarriada, que se atraviesa en el camino de un sujeto muy bueno pero con unas ansias de reconocimiento y recompensa deplorables) mucho le agradeceré que nos eche un cuento más completo, allí en el espacio reservado a los comentarios. Yo, a cambio, le regalo aquí la canción:
(*)=El usuario David Alonso escribió en la sección de Comentarios: Hola a todos,soy David Alonso, comentaros que la cancion de charly como dice el resumen de la historia de santabarbara en el encabezamiento de este articulo NO fue compuesta por JOSEMARIA IÑIGO,sino por Enrique millan la voz y el bajo del grupo,mas que nada porque estuve con el, y le dije si tenia conocimiento de esta pagina,y comentemos este tema,el de la composicion de Charly.

02 enero 2006

Elio Roca - Cómo deseo ser tu amor

Elio Roca.
Este caballero, argentino de nacimiento pero de temperamento casi alemán, según lo indica el explosivo vigor que le ponía a sus modulaciones, también nos pobló las ondas hertzianas en los años 70. De no haber sido cantante seguramente hubiera sido político, pastor de una iglesia evangélica, domador de potros salvajes o terrorista: incluso para interpretar canciones que sugieren o proponen acercamientos a la ternura, la postración amorosa o la melancolía, Elio Roca no escatimaba ni un decibel de su característico chorro de voz. La potencia era su consigna, y de no ser porque su calidad vocal era demasiado evidente habría que darle la razón a mi hermana Lucila, quien opina que ese tipo no cantaba sino que pegaba gritos. La traducción que hace la muy malintencionada de alguna de sus letras es: "Si no me amas te asesino, perra sucia".
No se puede ser injusto con ese tremendo vocalista, pero hay algo de cierto en el juicio de mi hermana: usted se lo imaginaba cantándole cara a cara a una mujer, por ejemplo, aquella inolvidable Cómo Deseo ser tu Amor, y era difícil precisar si Elio tenía intenciones de declararle su amor o caerle a coñazos. Independiente de lo que informaba la letra de la canción (Cómo deseo ser tu amor / para poder vivir así / con cada espacio de tu cuerpo) en el tono de voz de aquel hombre había algo que desentrañaba cierto rencor oculto, esa especie de enfogonamiento propio de los individuos que no terminan de sacarse una espina muy dolorosa. Una de las estrofas de la misma pieza nos da una pista al respecto:

Cómo deseo ser aquél
que compartiendo está tu amor
y está bebiendo aquel anís...


No nos atrevemos a creer que el personaje que interpreta Elio Roca sea o haya sido un borracho capaz de envidiarle a nadie una vil botella de anís, así que seguramente su lamentación tiene que ver con el hecho de que su amada (o ex novia, esposa o amante, según se deduce de la lírica) anda sabroseando con otro hombre. A cualquiera le pasa.
En cualquier caso es grato recordarlo ahora, en esta alborada del 2006, con la que fue probablemente su canción más famosa, celebrada e inquietante:

Cómo deseo ser tu amor: