31 diciembre 2006

Tavares: Heaven must be missing an angel

Anoche me acosté soñando con ángeles; seguramente fue la sobredosis de ponche-crema, bebida que no escanciaba desde hacía décadas.
Yo no creo en esas entidades (los ángeles y el ponche-crema), pero hay gente que sí. Además, hoy es el último día del año 2007 y uno puede tomarse algunas licencias. Por ejemplo, despedir el año con una gringada insufrible del grupo Tavares, aquella gente que llenó los años 70 de aportes al disco music.
Mejor nos sinceramos. La canción es hermosa, me gustó desde niño (y luego, cuando supe qué decía el título, me gustó más), contiene unos arreglos vocales de alta factura y su estribillo contiene un piropo que vale la pena decirles a las chicas de vez en cuando: Vergación, ¿qué pasará en el cielo que se están cayendo los ángeles?, o su versión tropicalizada: El cielo debe haber perdido un ángel. En cualquiera de los casos la nena aludida pensará que uno es un imbécil.
Aquí abajo tienen para que escuchen o bajen una versión remasterizada del clásico, y más abajo un video bastante innoble de los tipos cantando y bailando la original.

Feliz año nuevo a todos, y a vacilarse el requiebro de los ángeles:


Y el video:

30 diciembre 2006

Complaciendo peticiones (VIII)

Ustedes las pidieron y ustedes mismos las enviaron. Seamos más específicos: hace unos días par de usuarios solicitaron Te regalo yo mis ojos, de Gabriela Ferri (en la foto) y Me muero por estar contigo, de Silvana Di Lorenzo. Y listo: el ocio y las ganas de regalar música impelieron al Negro Artigas a enviar la primera canción, desde Caracas, y a María Carbonell, desde Argentina, a hacer lo propio con la segunda.
Van, sin más demora, estos dos buenos emblemas de la canción interpretada por mujeres ansiosas:
  • Te regalo yo mis ojos (también los cabellos, la boca y hasta el aire que respira. Maravilloso ejemplo de altruismo; nadie anda por la vida donando sus órganos así como así, al menos en vida).

  • Me muero por estar contigo (interesante caso de declaración anfibia: puede leerse como que la tipa tiene muchas ganas de estar con él, pero también como una terrible información: si está con el sujeto se muere de verdad-verdad. Vaya dilema el del compadre a quien la Silvana le hace la notificación).

29 diciembre 2006

Dos plegarias: César de Guatemala y Los Kings

La noche del 24 de diciembre me metí una borrachera con mi hermana mayor, Morella, cosa que no hacía desde hace tiempo. ¿A qué nos dedicamos? Adivinen: yo llevé mi arsenal de momias sonoras y ella me respondió con la suya. Quiero rescatar de los muchos hallazgos uno que me agarró fuera de base: Mi Plegaria, de un tal César que, a falta de mayores señas, es preciso decir que es guatemalteco (amigo Montes: ¿cómo no me dijiste que este tipo es tu compatriota?), y que todo mortal que haya nacido con el castellano como lengua materna, en la década de los 70 o antes, escuchó alguna vez:

Si en la noche azul
oyes el eco enamorado de mi voz
escúchalo, mi bien,
que es para ti...

Aquí abajo la coloco, sería imperdonable que no lo hiciera.
Para acompañar la pieza, anexo otra cuyo nombre es muy parecido: se llama Una Plegaria, de un efímero grupo venezolano llamado Los Kings, y que sonó mucho en nuestras emisoras durante varios años. la canción me la envío Mario Pialli.

A escucharlas:

24 diciembre 2006

Tania: Parranda de Navidad

¿Qué tal una navideña inolvidable de Tania antes de entrarle a la fiesta de hoy en la noche?

Aquí va:

Otras canciones de Tania, en este enlace, en este y en este otro.
Pásenla bien, donde quiera que se encuentren.

23 diciembre 2006

Villancicos (Los Tucusitos incluidos, ahora sí)

Siempre creí, y cada año lo reconfirmo, que la navidad es un asunto de niños. De la niñez datan los recuerdos más sabrosos de la época; del nacimiento de un niño se trata esta cosa que pone a celebrar a una enorme porción de la humanidad. Así que apartarse un poco de indiferencias e incredulidades viene siempre bien, porque es un acto de respeto a los chamos, tú sabes, los hombres del futuro.
De voces infantiles está hecha también la música que llena los ambientes latinoamericanos por estos días. Llámanse villancicos a estas piezas musicales que, aunque uno tienda a aborrecerlas un poco, acostumbrados como estamos a consumir música "para gente grande" o, en el mejor (o peor) de los casos, para adolescentes, el hecho cierto es que estas melodías nos llenaron el repertorio decembrino en nuestra infancia, y eso es algo contra lo cual uno no puede luchar, por más que lo intente.
Va entonces esta selección, dedicada a quienes creen y celebran a su manera o no celebran la navidad. Incluye la canción Tucusito, tucusito, con la cual pretendo desagraviar a los usuarios que creyeron, por mi culpa que Mi Burrito Sabanero era de ese grupo.

Post data: a quienes quieran anotarse en una de celebración navideña a la venezolana, pero fuera de Venezuela, les recomiendo el podcast La Merienda del Negro. Ahí está la verdad del llantén venezolano faltando cinco pa las doce y todo eso. Disfrútenlo (o padézcanlo, según sea el caso).

20 diciembre 2006

I Pooh: Tanta voglia di lei (tantos deseos de ella)

¿I Pooh? ¿Tanta voglia di lei? ¿Tantas voglias o deseos de quién?
No se preocupe. Yo tampoco la recordaba hasta que un usuario de este blog (tampoco recuerdo quién: ¿Ozzie? ¿Pialli? ¿Montes? ¿Byron? Mal síntoma) me la envió y entonces sí, cómo no. Ahora sólo sé que es de 1971, que los autores e intérpretes son italianos y que hay una versión en español cuya letra puede consultarla en este enlace, cortesía de un sitio llamado Cuando calienta el sol.

Escúchenla:

17 diciembre 2006

José Domingo (Castaño): Motivos

Hermosa canción, vaya.
Entre periodistas, al menos aquí en Venezuela, se dice que alguien da un tubazo cuando da una noticia que nadie más ha publicado. Pues bien, a mí los usuarios de mi blog me han tubeao bello, pues esta canción la tenía en el inconsciente pero no la recordaba por su nombre; sólo ahora la escuché, un mes después que me la enviaron, y el viaje a los años 70 fue instantáneo. Sólo que tuve que lidiar con un dato impreciso. Nada grave, en realidad.
La historia es esta: una usuaria llamada Catia pidió esta canción, de la cual recordaba la letra:

Yo sólo quise querer, yo sólo quise quererte.
Yo nada te pude dar, yo nada pude ofrecerte.
Sólo quería tu vida, para vivirla contigo.
Quisiera darte mi vida,
que la vivieras conmigo...

Luego, otra amiga llamada Almaluz ratificó el asunto; ambas dijeron en su momento que el intérprete era José Domingo. Días después, un pana de Honduras llamado Darío Montes me la envió pero con una indicación: el intérprete, dice el amigo, es José Luis Perales. Decidí buscar en internet y aparece varias veces interpretada por José Augusto. Llamé a un compa muy enterado de estos negocios y me dio otra primicia: la canta René Romero.
Luego de una revisión más o menos meticulosa, tengo ya la certeza: el autor, y no sólo el intérprete, de esta pequeña y sencilla joya, es J.D. (¿José Domingo?) Castaño.
Acá tienen la canción, para escucharla y/o bajarla a sus respectivas computadoras:

16 diciembre 2006

Turley Richards: I heard the voice of Jesus

Turley Richards escuchó la voz de Jesucristo y esto lo hizo caer en un trance religioso a causa del cual, según la leyenda musicográfica más difundida sobre el episodio, terminó con las cuerdas vocales destrozadas. Hasta el momento en que el tipo se decidió a vender las grabaciones de sus prédicas, todo el mundo creía que la coca, la mafafa, algunos hongos y el pegamento que usan los zapateros eran las únicas sustancias que calificaban como opio del pueblo. El LSD todavía estaba por inventarse y, aunque es cierto que Vladimir Ilich Lenin había dicho algo al respecto a modo de reclamo, es casi seguro que el fundador de la URSS no sabía exactamente qué era eso de coger una nota mística. Mucho menos una estupefaciente.
Cierta o no la especie de la garganta hecha pedazos, el momento en que el éxtasis se apodera de este mortal-creyente-cantante resulta desgarrador, y la propia palabra desgarrador tiende a palidecer cuando, más o menos a los 3 minutos 30 segundos de la canción, al amigo Turley le da por lanzar unos poderosos alaridos que recuerdan a un tigre con mal de rabia, y que seguramente han obligado a Cristo a decir más de una vez, removiéndose en su tumba: "Padre, creo que escuché la voz de Turley Richards".

Aquí va la la canción, cortesía del pana Joaquín.

Bájatelas todas

Me rompe el corazón el que ustedes pregunten una y otra vez cómo hacer para bajar a sus computadoras las canciones aquí incluidas. Hasta ahora he hecho un par de cosas para facilitarles la vida: enviarles los archivos mp3 a los correos de quienes los soliciten, y utilizar una plataforma mágica como Vox para que las bajen desde este blog. Ambas opciones son satisfactorias aunque me dan algún trabajo.

Revisando en otros blogs creo haber dado con la solución: lean esto, y procedan. Se trata, para resumir, de un programa que usted baja gratuitamente y con el cual puede grabar en su ordenador cuanto sonido éste produzca. Sólo tiene que ir al final del post o artículo y pulsar donde dice "disfrutalo aquí ya mismo y telebajalo grátis aquí". Si no le gusta esa alternativa de todas formas podrá bajar las canciones que yo haya subido en las últimas semanas y también las que vaya subiendo de ahora en adelante. Cada vez nos entendemos mejor.

08 diciembre 2006

Camilo Sesto: Jamás / Piel de Ángel

El hombre se llama en realidad Camilo Blanes Cortés, pero un día le dio por llamarse Camilo Sesto (me recuerda a un tío llamado Mayesto, quien, descontento con su nombre, prefiere que lo llamen Eulalio). También le dio por llenar un capítulo de la historia de la balada en español, que ya es mucho decir. Cuando la gente de nuestros países creía que después de Julio Iglesias ya no había nada que hacer con la balada; cuando todo el mundo se había resignado a mamarse Un Canto a Galicia por los siglos de los siglos, apareció este Camilo Sesto para darle un vuelco al asunto e indicarnos que todavía quedaban balada, cantantes españoles y kitsch para rato.
La muestra de este personaje que presento aquí es insignificante, quizá mezquina: Jamás y Piel de Ángel son dos de sus piezas fundamentales pero no completan ni siquiera una milésima parte del recorrido vital por su discografía. Prometo que volveré a ocuparme de él en otra ocasión.

A escucharlas (o bajarlas):

07 diciembre 2006

Problemas técnicos... y Los Tucusitos

Debido a un percance ajeno a nosotros, la mayoría de las canciones incluidas en este blog no puede escucharse. La razón es que el sitio donde alojaba los archivos de sonido (Castpost) interrumpió sus actividades, quedó fuera de juego, le doblaron la servilleta, le plancharon el paltó: murió, pues.
Quiero entonces informarles que, en lo que respecta a este blog en particular, el problema es temporal. Tengo todas las canciones en formato mp3, tengo dónde alojarlas (al menos dos sitios) y tengo ganas de subirlas para que ustedes puedan escucharlas. Para ello necesitaré invertir varias horas de trabajo. Un trabajo agradable, pero esto lleva algo de tiempo; si no tuviera nada que hacer en el mundo real me pondría ahora mismo a subir canción por canción (unas 140 en total), y esta misma noche estaría resuelto el asunto. Pero no puedo hacerlo. Las iré subiendo entonces poco a poco, para que estén listas para ser escuchadas (y bajadas a sus computadoras) en una semana. Por lo tanto, pueden ir anotando mi número de cuenta bancaria para que me paguen el servicio: 025... no, es joda. Los placeres más sabrosos son gratis.
Mientras me dispongo a entrarle al problema, vayan escuchando un villancico cantado por una de esas curiosidades de la música: Los Tucusitos, un grupo de niños venezolanos que grabaron y pegaron varios aguinaldos decembrinos en varios países de América Latina. La que colocamos acá se titula Mi Burrito Sabanero, y su autor es Hugo Blanco.

Este post es una equivocación galopante: el amigo Reindertot aclara, aquí abajo en la sección de los comentarios, que quienes cantan esta pieza no son Los Tucusitos sino el Coro Infantil Venezuela, bautizado para esta ocasión La Rondallita. El único dato correcto es la autoría de Hugo Blanco.