Esta es otra de las que ponen a bailar a un sofá. La compuso y estrenó Benny Moré en 1957; era una bicha suavecita pero cadenciosa que, según dicen, enloqueció a todo el mundo, como todo lo que salía de la boca y del genio del Benny.
Veintidós años más tarde el abusador de Tito Puente cogió esta pieza, le imprimió un poco más de velocidad, le agregó unos locos metales que pulverizaron la difícil frontera entre el mambo y la salsa. La condimentó además con unas improvisaciones de leyenda: ahí están Adalberto Santiago, Ismael Miranda, Héctor Lavoe y al final Celia Cruz. Fíjense, sobre todo, en el turno de Héctor, que comienza a los 2 minutos 31 segundos, y en el grito jíbaro que suelta al comenzar el mambo, a los 2:58. Incluso en la desértica Carora, donde la influencia Caribe no llegaba tan fácil en ese entonces (1979) esa clase de expresiones nos servían a los anti-rockeros y a los anti-disco music para decirles a los amantes de la música anglosajona que lo suyo era música para maricos, que la verdad del sonido estaba aquí, en estas piezas rotundas de pailas, cueros y resonancias latinas.
El disco trae otras 12 canciones, se llama Homenaje a Benny Moré, y que me perdone la memoria inmortal del Bárbaro del Ritmo, pero en esa pieza el Tito y sus cómplices lo superan.
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