
El incipiente rock venezolano (o hecho en Venezuela) parecía más bien balada, sólo que sus intérpretes y seguidores eran hippies por todo el cañón; cumplido ese requisito, ya el género cuadró dentro de los cánones rockeros. Consistía aquel "género" en fusilarse vilmente, o más bien versionar, los éxitos de grupos más sonoros de grupos anglosajones. Así, nos cansamos de recalentar y volver a cocinar a Los Beatles, a Los Rolling Stones, a muchos más. Con todo, hubo material venezolano de exportación en aquellos finales de los 60 y principios de los 70.
En mitad de ese panorama, un joven caballero decidió ponerle seriedad al asunto y plenó las emisoras y discotecas con sus propias letras y melodías. Edgar Alexander salió al ruedo sin ningún fusil; una guitarra y una lírica sencilla y honesta le bastaron para verse "sobrado" en el lote de quienes no se dedicaron a componer sino tan sólo a versionar. Acá traigo dos de Edgar Alexander; una, con Azúcar, Cacao y Leche, titulada Vamos Cantándole al Mundo, una especie de himno fácil utilizable igualmente por grupos religiosos y por adoradores del porro y los hongos alucinógenos.
Escuchen (y recuerden, si son latinoamericanos) este par de bellezas:
Vamos Cantándole al Mundo: