26 marzo 2006

Chao, Rocío: Ya lo ves, la vida es así; tú te vas y yo me quedo aquí...

El año 2006 se ha llevado ya a varios cantantes y músicos entrañables. De ellos, ninguno ha sido o será llorado por más gente en el mundo que Rocío Durcal; esta dama de voz portentosa y rotunda altivez murió ayer en la noche. El nombre que le pusieron sus padres fue María de los Angeles de las Heras Ortiz. La inmortalidad le tenía reservado otro nombre, más corto y más poderoso.
Dueña de un estilo despreciado por puristas, intelectualosos y melómanos de pacotilla, no existe nadie nacido fuera de México que haya interpretado con tanta dignidad y vocación universal ese subgénero llamado balada ranchera. De la mano de Juan Gabriel la cosa parece más bien fácil (cada composición de este caballero es un pasaporte al hit parade), pero quien no haya visto a Rocío Dúrcal en escena no entenderá de qué se trata, nunca comprenderá por qué esta mujer es uno de los picos más altos del patrimonio de la cultura dicha en castellano.
En España y América Latina, nadie que haya tenido alguna vez un radio encendido a su lado puede decir que no escuchó esa voz de fémina brava y lastimada. Nadie que haya nacido en este continente puede decir que jamás se crispó de despecho o nostalgia, o que ni siquiera se burló ante la verdad de lo cursi, escuchando La Gata Bajo la Lluvia; nadie puede decir, sin que lo delaten el color y el idioma, que no languideció al menos unos segundos al escuchar Amor Eterno. Si alguien quisiera recopilar las condiciones básicas que necesita una persona o grupo en América para ser llamado Pueblo, uno de las requisitos debería ser el poder cantar o al menos tararear o recitar alguna de las piezas que convirtieron a Rocío en diosa cotidiana.
Esto es, por lo tanto, mi homenaje personal, lejano y humilde a esa mujer invisible que nos latigueaba a través de la radio, y cuya imagen nos perturbó más tarde por televisión: su genio cantaba con todo el cuerpo (y parece también que con el alma). Abajo pueden escuchar los clásicos Amor Eterno y La Gata Bajo la Lluvia; Jamás te Dejaré y Te voy a Olvidar, esta última más conocida en la versión de su autor, Juan Gabriel; e Y nos Dieron las Diez..., a dúo con Joaquín Sabina.
Hora de despedirnos entonces: volverás a ser invisible pero de ninguna manera te aguarda el olvido.
Rocío tiene una página web oficial; dice que está disponible desde 2002. Entren allí para que conozcan detalles de su vida remota y reciente.

Amor Eterno:


La Gata Bajo la Lluvia:


Jamás te Dejaré:


Te Voy a Olvidar:


Y nos Dieron las Diez:

1 comentario:

CRONICAS VALLENATAS dijo...

Es lamentable la muerte de Rocío Durcal y muy interesante lo que comentas sobre su estilo, "despreciado por puristas, intelectualosos y melómanos de pacotilla". Algo similar ocurre con el vallenato cuando no son de la costa atlántica los que lo interpretan.

Un abrazo desde Pereira, Risaralda, Colombia.